La leyenda del niño Nachito

Ubicada en el Panteón de Belén, la historia de Nachito es de las preferidas de la gente

El panteón de Belén, es un orgullo histórico de la ciudad de Guadalajara. Más allá de su arquitectura y hermosos jardines, está repleto de historias y leyendas que son parte de la identidad de los tapatíos. 

Este hermoso camposanto fue construido en 1848 por el arquitecto Manuel Gómez Ibarra, por petición del obispo Diego Arana y Carpinteiro. Recientemente fue abierto pero ahora como museo, en donde se pueden apreciar la riqueza arquitectónica de diferentes épocas, y que está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INE). 

Entre sus leyendas más famosas se encuentran la del vampiro y la de la monja, pero la que más llama la atención, por la ternura, es la de Nachito. 

Su tumba, tiene una característica que la hace diferente. Está colocada al aire libre y no bajo tierra. Este peculiar sepulcro es de Ignacio Torres Altamirano, mejor conocido como Nachito, que murió el 24 de mayo de 1882, cuando no tenía más de año y medio de vida. 

Dice la leyenda que Nachito murió de claustrofobia, y que le tenía mucho miedo a lugares cerrados y a la oscuridad, por lo que sus padres siempre lo dormían con las luces prendidas. 

Una noche, cayó una tormenta descomunal y el fuerte viento apagó las antorchas del dormitorio de Nachito, lo que le provocó un infarto que le quitaría la vida. 

Con mucho dolor, sus padres lo enterraron en el Panteón de Belén, pero para su sorpresa, durante las 10 primeras noches, el ataúd aparecía afuera, desenterrado. 

Por eso, decidieron colocar el féretro por fuera, con unos espacios para que pudiera entrar la luz y así iluminar los sueños de su hijo. 

Desde entonces, los visitantes del panteón le dejan juguetes de regalo a Nachito, un niño, que a pesar de que ya está en la “otra vida”, sigue necesitando la luz para existir.